
Tratamientos tradicionales para el agua dura
Los tratamientos tradicionales para el agua dura incluyen tres soluciones principales: los sistemas de intercambio iónico, las sales de polifosfatos y los dispositivos magnéticos o electrónicos.
Los sistemas de intercambio iónico son los más conocidos. Funcionan reemplazando los minerales responsables del sarro, como el calcio y el magnesio, por sodio. Aunque eficaces, requieren la reposición constante de sal para regenerar el medio filtrante, un mantenimiento que será permanente durante toda la vida útil del sistema. Además, generan residuos salinos que pueden tener un impacto negativo en el medio ambiente, razón por la cual están regulados o prohibidos en algunas regiones.
Las sales de polifosfatos actúan de manera diferente. En lugar de eliminar los minerales, los polifosfatos se disuelven en el agua y crean una barrera química que evita que el sarro se adhiera a las superficies. Este método es práctico y fácil de implementar, pero tiene dos grandes inconvenientes: la necesidad de reponer continuamente el producto y la posibilidad de que los polifosfatos se acumulen en las tuberías, afectando el sistema de agua a largo plazo.
Finalmente, están los dispositivos magnéticos o electrónicos, que pretenden alterar las propiedades del agua para reducir la formación de sarro. Aunque su instalación es sencilla y no requiere productos químicos, su efectividad es limitada y depende en gran medida de la composición específica del agua de cada hogar.
En conclusión, tanto los sistemas de intercambio iónico como los tratamientos con polifosfatos implican un mantenimiento constante y costos recurrentes a lo largo del tiempo, mientras que las soluciones magnéticas son menos eficientes. Estas limitaciones han impulsado la búsqueda de tecnologías más modernas y sostenibles.